miércoles, 15 de julio de 2020

Taller de poesía en la Escuela Hogar

Acercando otros modos de leer a la escuela primaria

Por Lautaro Maidana y Carina Pesoa

(Publicado en Revista Barriletes, n.° 210, Paraná, marzo 2019)


Tapa de la Revista Barriletes

¿Qué lugar tiene la lectura en el imaginario social de nuestra época? La pregunta es desmedida y las respuestas muchísimas, pero lo cierto es que si no le prestamos un poco de atención, podemos caer en algunos malentendidos. La lectura nos abre las puertas del conocimiento, nos conecta con voces de tiempos de antaño y lugares de lejos. La lectura nos da mucho poder, por eso se la prohíbe y se desconfía mucho de quienes se entregan a ella. Es un goce improductivo que pervive en este sistema de producción extractivista feroz. Pero por sobre todo, la lectura nos hace más humanos. Es decir, es necesaria para forjarnos una identidad y para reconstruirla incesantemente durante tiempos adversos.

Aunque la lectura ocupa un lugar importante en las diferentes esferas de la actividad humana, no estamos muy seguros de los valores que ella realmente nos representa. Graciela Montes, una gran escritora, plantea en plena fiebre de la década de los 90 la idea de que 
“la lectura ha perdido su viejo significado social y no termina de construir uno nuevo, el que correspondería al mundo contemporáneo. Luego de esta sentencia contundente, lanza una pregunta: ¿Qué clase de escenas lectoras se corporizan en nuestra imaginación cuando hablamos de lectura y qué sentimientos nos despiertan esas escenas?(1). A casi 20 años de ese diagnóstico de Graciela Montes, tomamos su pregunta para pensar nuestras prácticas de taller, de biblioteca comunitaria, de organización social que articula su saber y su energía con una escuela pública y los libros, lecturas y sujetos que allí circulan.

Tal vez para muchos la primera imagen en donde la lectura se hace carne tiene que ver con la escuela, con ese momento en que un niño (nosotros mismos siendo niños) acompaña con el dedo esa andadura sinuosa en papel para poder leer palabras como mamábandera o dictado. Y seguramente tras esa persona que aprende leer esté una maestra. Pero ¿qué pasa cuando quien acompaña esa actividad es un tallerista, alguien que viene de una asociación civil para presentar otros modos leer? En ese momento la evaluación es desplazada por la sensibilidad, la orden por la invitación, la voz cortante por el susurro, el aula se transforma en un taller.

Un taller de poesía en la escuela es esa ocasión en la que nos demoramos una hora en un solo poema, leyéndolo, repasando sus letras, repitiendo sus rimas, haciéndole preguntas o dibujando sobre él. O una mañana completa ordenando pequeños poemas y fragmentos de libros en un bolsillero de acuerdo a la siguiente clasificación: tristes – ruidosos – punzantes – suaves – alegres – dulces – hambrientos – oscuros. Son jornadas en las que cada participante se arma un libro-acordeón para copiar el cuento que más le gustó y llevárselo así a su casa. Un taller de poesía también ese acontecimiento juguetón que nos lleva a leer muchos libros mudos o a comunicarnos mediante susurros. O la posibilidad de aprender de nuevo todo el abecedario.

Estas son algunas de las escenas que vivimos durante el 2018 en el taller de mediación de lectura que hicimos en el 1er grado “A” de la Escuela Primaria de Tiempo Completo N° 1 “Dr. César Blas Pérez Colman” (la Escuela Hogar, a secas). La articulación de Barriletes con esta Escuela viene desde el 2013 y el año pasado se pudo sostener gracias a la apertura del bibliotecario Walter Lederhos, la docente Cristina Perozzi y los directivos de la institución. Esta verdadera red nos sostiene para reafirmar el lugar social de la lectura del que hablaba Graciela Montes, particularmente en la infancia. Un lugar que está en constante conquista, ya que, en nuestro tiempo, si no unimos fuerzas podemos caer en las redes del mercado que nos ofrece su literatura pasajera y liviana de best-sellers, o ser víctimas del achique del Estado que por hache o por be recorta los distintos recursos destinados al ingreso de bienes culturales en las escuelas.

Desde la Biblioteca “Esos otros mundos” proponemos otros acercamientos a la lectura de textos literarios, principalmente de poesía infantil y libros-álbum. En este sentido, intentamos que los talleres se vuelvan ocasiones que inviten a usar el cuerpo de otro modo, y a prestar atención a las sensaciones que la poesía genera en cada uno de nosotros. Asimismo, buscamos otras maneras de vincularnos con los niños y las niñas, de manera tal de respetar su autonomía como sujetos de derecho, pero también como “sensibilidades autónomas”, al decir de María Cristina Ramos(2). En otras palabras, nos interesa acercarnos a los alumnos desde un lugar cuyo objetivo no sea la evaluación ni la disciplina, sino la apertura a momentos creativos, de buenos vínculos, y de respeto a las emociones de cada participante (por ejemplo, cuando estos están alegres, pero también tristes o desmotivados).

Para esta edición de Revista Barriletes elegimos algunos dibujos, escrituras y fotos de este taller. En primer lugar, el taller del bolsillero, cuando nos pusimos a jugar a clasificar poemas y libros como si fuéramos bibliotecarios. A esta actividad la extendimos después a otros grados en el marco del Día Nacional del Libro. De ese momento, rescatamos la mirada de un niño que copió y reinventó un libro muy famoso: La línea de Beatriz Doumerc y Áyax Barnes. Y en segundo lugar, algunos dibujos que surgieron luego de la aventura que nos propone el libro-álbum Abecedario a mano de Isol. Nos gustaría que los lectores de Barriletes puedan imaginarse en qué escenas ocurrieron, quiénes estuvieron ahí para dar lugar a esas invenciones, y qué sentimientos les despiertan esas huellas de lecturas.


  1. Montes, Graciela. (1998). “Espacio social de la lectura”. Publicado en Buscar indicios, construir sentido. Bogotá, Babel Libros, 2017.
  2. Ramos, Ma. Cristina (2012). Aproximación a la narrativa y a la poesía para niños: los pasos descalzos. Buenos Aires, Lugar Editorial.