Para romper mi hielo, no puedo sino decir que se
me entreviera todo al hablar sobre la praxis del Equipo de Mediación de
Lectura. Por eso, en principio, me gustaría presentarnos. Somos un colectivo
autogestionado para la intervención en espacios públicos y comunitarios;
intervenciones en las cuales nos damos tiempo y lugar para mediar textos. Lo formamos,
en general, estudiantes universitarios de Letras: Kevin Jones (Seguí), Lautaro
Maidana (Paraná), Milena Frank (Crespo), Hernán Hirschfeld (Paraná) y Sofía
Dolzani (Avellaneda). Recientemente, y con mucho gusto contamos también con
Mariángeles García (Villa Elisa), estudiante de psicología cuya incorporación
al Equipo se da desde el campo de la investigación; en concreto, una tesis
sobre cómo opera la ficción en la infancia.
Este
Equipo cuenta ya con cuatro años de actividad, con altas y bajas. Este año, y a
consecuencia de la mudanza de la Asociación Civil Barriletes y del posterior y
actual reacondicionamiento de la Biblioteca Esos Otros Mundos, el Equipo se vio
de alguna manera fusionado con la Asociación, y sobre todo dándose a conocer al
público en general, a partir de esta inclusión en un marco institucional más
grande y complejo.
Lo
anterior vendría a ser una especie de tarjeta de presentación de este grupo de
jóvenes que ha decidido representar una parte de Barriletes, a partir del
trabajo y el compromiso asumidos con la Biblioteca Comunitaria Esos Otros
Mundos. En lo siguiente, voy a dividir mi discurso en relación a las cuatro
áreas en donde se desenvuelven nuestros haceres.
En
primer lugar me voy a referir a cómo configuramos nuestra Biblioteca como una biblioteca
comunitaria. La Biblioteca Esos otros mundos es un espacio que heredamos de
la ONG Barriletes, herencia que trajo consigo los valores y ejes comunitarios
de dicha organización. Pensar, entonces, una comunidad de lectura dentro de la
Biblioteca supone que sostengamos una serie de propuestas de taller que
posibilitan el tráfico de lecturas y de escrituras, el desarrollo de procesos
de subjetivación, y muy importante: la creación de la lazos simbólicos y
afectivos no sólo entre los participantes de los encuentros, sino entre ellos y
los textos.
La
fundamentación de estos talleres está atravesada por una concepción de la
literatura como derecho (Kasiku y otros, 2003). Además, esta manera de concebir
la lectura de literatura se ve potenciada por los aportes de Graciela Montes y
Laura Devetach, quienes desde su experiencia como escritoras de literatura
infantojuvenil y gestoras culturales, han elaborado los conceptos de espacio
poético (Devetach, 2008) y de frontera indómita (Montes, 1999).
Estos conceptos se entrelazan con nuestra práctica en la medida en que piensan
a la lectura más allá de las ideas de hábito, deber, placer y didactismo que
fundamentan muchas de las llamadas propuestas de promoción de lectura. Por
ello, a esta estructura de la promoción de lectura nosotros oponemos como
categoría fundante de nuestra biblioteca comunitaria la propuesta de mediación
de lectura, concepto que tiene su origen en las investigaciones de la
antropóloga francesa Michèlle Petit (1999; 2001; 2009).
La
mediación de lectura, entonces, deviene de una cartografía compleja que conjuga
la lectura teórica y literaria con los diferentes trabajos que, en contextos
diversos, el Equipo ha venido realizando. Entre ellos, una serie de talleres
poéticos mensuales, libres y gratuitos, realizados desde agosto de 2014 en la
anterior sede de Barriletes y en la Plaza Sáenz Peña de Paraná. En estos
talleres poéticos se lee entre los asistentes un libro de un poeta que, en
principio, reúna las características de provenir de la geografía de nuestro
litoral argentino, y de ser más o menos raro, inhallable o poco conocido. Así,
no solo hemos compartido lecturas y escrituras de Arnaldo Calveyra, Ema
Barrandeguy, Orlando Van Bredam, Diana Bellessi, Beatriz Vallejos, Juan Manuel
Inchauspe y Cristina Villanueva, sino que cada asistente se ha llevado una
copia artesanal del texto leído, como gesto de amor de la Biblioteca
comunitaria Esos Otros Mundos hacia los demás/ afuera. Otro taller nuclea a un
grupo de lectura en torno a autores de la región del litoral que se centren en
el jardín como posibilidad de escritura y posibilidad de vida. Estos encuentros
semanales han recibido el nombre de Apuntes para un Jardín, y en ellos se leen
obras como El jardín, de D. Bellessi o La huerta azul, de
Reynaldo Ros.
Hay
también otras instancias de mediación dentro de nuestra biblioteca comunitaria,
pero ahora me detendré en la segunda área de nuestro hacer. Son los casos de
dos escuelas primarias estatales de nuestra provincia. Desde el año 2013, se
han hecho realidad una serie de proyectos anuales en articulación con la
Biblioteca de la Escuela Primaria N° 1 de tiempo completo “Dr. César Blas Pérez
Colman”, que funciona dentro del Complejo Educativo Escuela Hogar “Eva Perón”.
Se ha trabajado con alumnos de 5to y 6to grado en los años 2013 y 2014
respectivamente. Los objetivos de estos talleres de mediación de lectura han
sido propiciar ocasiones de lectura y escritura, desnaturalizar el miedo
al libro, dar lugar a disponibilidades poéticas que permitan a los niños
y niñas entrar en poesía (Devetach, 2008), y por último, leer un corpus
de autor de “literatura infantil” como literatura, brindando herramientas para
la construcción de un camino lector autónomo.
Entendemos
que garantizar el derecho a la lectura junto a los niños y a Dolly, su
bibliotecaria, es una forma de estar en el mundo y de hacerlo más “vivible”
mediante la literatura. Este estar siendo en el mundo es el que Laura Devetach
en La construcción del camino lector (2008) denomina como estar en
poesía. Y otra vez no podemos dejar de lado la mirada de Graciela Montes,
quien nos habla de una frontera indómita en constante construcción, un
territorio al que se ingresa y que puede ser conquistado en las escuelas.
Concretamente, durante el 2014 hemos ensanchado la frontera indómita de estos
niños a partir del trabajo de mediación de un corpus de autor elaborado sobre
la obra de Ema Wolf, escritora argentina. Y durante el primer trimestre de este
año, tomamos el desafío de trabajar junto a alumnos de 1ro, 2do, y 3er grado
con el objetivo de crear caminos físicos y simbólicos de viaje hacia la
biblioteca escolar y de reconocer los libros que allí se pueden hallar.
Por
otra parte, el año pasado iniciamos otra articulación con la Biblioteca de la
Escuela Primaria N° 202 “Gaspar Benavento” de Paraná y, otra vez, de la mano de
su bibliotecaria cómplice: Graciela. Durante el primer semestre de 2014, se
desarrolló en esta Escuela el proyecto El
viaje hacia el poema, coordinado por nuestro Equipo, que tomaba a su vez
como antecedente el proyecto Leer: un
viaje de infinitas posibilidades (2010) de Graciela Genre Bert,
bibliotecaria antes mencionada. Este trabajo vino a inscribirse en una línea
específica de intervención, interna a la institución escolar. En esas ocasiones
nuestro eje también giró en los bordes de la relación infancia/poesía.
Entendiendo, pues, que la infancia, o la memoria de infancia en nuestro caso de
jóvenes, es un espacio clave para entrar en poesía, elaboramos las propuestas
de trabajo. En ellas, mediamos textos de autores que canónicamente no son
considerados infantiles, como A. Calveyra y G. Benavento; mezclándolos con
otros autores que, si bien escribieron para
la infancia presentan una ambigüedad que hace más productiva su lectura, como
Ricardo Zelarayán y Edith Vera. Elegimos estos autores porque creemos, junto a
María Adelia Díaz Rönner que la “literatura infantil” es un edificio en
construcción al cual corresponde a nosotros, los mediadores, acarrear
materiales e intervenir. Siguiendo estas mismas líneas, estamos continuando
este año el trabajo, leyendo y buscando junto a los niños y toda la comunidad
educativa de la Escuela “Gaspar Benavento” otras maneras de leer el jardín
como espacio poético proveedor de vida, memorias de infancia y escrituras.
La
tercer área de nuestra práctica tiene el camino hecho más añejo. Me refiero al
trabajo territorial sobre los senderos que forman el Barrio Paraná V y Villa
Mabel, también de Paraná. “Nuestra fantasía de intervención consiste en transformarnos
junto a los niños y niñas de Villa Mabel y Paraná V dentro de Barriletes,
construyendo espacios y tiempos (Montes, 2001) que den lugar a la poesía. Y en
ese dar lugar a la poesía es que
nuestras subjetividades afectan y se dejan afectar”, dice uno de los proyectos,
dispositivos mediante los cuales se textualizan nuestros hondos deseos. Estos
deseos se han ido materializando semanalmente durante los años 2013 y 2014 en
la ex sede de Barriletes. En este período y lugar podemos ubicar hoy el origen
de este complejo recorrido como Equipo de Mediación de Lectura. En este caso
uno de los puntos álgidos del proceso de los talleres barrileteros fue la
publicación en 2014 del libro Abracadabras de misterios. Como parte de
nuestra política de archivo, Abracadabras de misterios recopila una
serie de escrituras hechas por niños y niñas del taller barriletero y de la
Escuela Hogar. Este libro da cuenta de las hospitalidades construidas entre
niños y talleristas, sobre las cuales aprendieron a “curarse los ojos”,
metáfora que se disemina a lo largo de las páginas de esta publicación.
Este
recorrido barriletero tiene su correlato en el trabajo barrial impulsado
actualmente por Milena Frank, y producto de la recientemente creada y batallada
Área con niños y niñas de Barriletes. Se trata de un taller de
exploración territorial y demográfica partiendo desde Centro de Salud “Arturo
Illia” de Barrio Paraná V, y que cuenta como cimiento un trabajo
interdisciplinario, novedoso para nosotros, entre la psicología social, la
musicoterapia y la mediación de lectura. Este taller supone nuevas formas de
cooperación horizontal con talleristas de otros campos disciplinares, y sus
objetivos son generar diálogo entre las distintas representaciones del barrio,
constituir el espacio de taller como práctica efectivizadora de derechos, y
ensanchar el espacio vital de los niños y las niñas.
Es
de cabal importancia resaltar acá el taller de mediación de lectura realizado
durante un año y medio en la Casa del Adolescente, una residencia para jóvenes
institucionalizados penalmente. Esta experiencia fue llevada a cabo por Sofía
Clara en la ciudad santafecina de Rafaela. Como resultado de esta irrupción de
la literatura en un contexto de encierro y su posterior dinamización bajo el
lema “Juguemos en el bosque mientras el lobo no está”, se publicó también un
libro llamado Sentimientos escondidos, con escrituras de esos jóvenes
condenados. Aquí es cuando nuestra práctica se afirma terminantemente como
intervención social y política. No sólo decimos, sino que hacemos de la
mediación de lectura la garantía de generar disponibilidades poéticas para
liberar aquello que tenemos oculto, para ensanchar la frontera indómita y
desacorralar las infancias; para liberar, en fin, las subjetividades escondidas
ocultas al mundo y a causa de ese mismo mundo, y que pueden aflorar a través de
textos literarios.
Para
finalizar, esta vez recorreré rápidamente la cuarta esfera de nuestra praxis.
De toda esta cartografía que vivenciamos paralelamente a nuestros estudios
universitarios, tomamos prestadas prácticas y formas de lectura de las
academias para crear nuestros propios espacios de formación. Así, contamos con
un Taller sobre Mediación de Lectura a finales de cada año, en el que
reconstruimos y repensamos nuestros corpus y bases teóricas, además de los ires
y venires durante todo el ciclo anual inmediatamente anterior. A raíz de estos
talleres, pues, quedó construido el año pasado un dossier con los textos
mínimos que fundamentan hasta ahora nuestro hacer, y entre ellos están: La
frontera indómita. Construcción y defensa del espacio poético y Literatura
infantil: creación, censura y resistencia, de Graciela Montes; La
construcción del camino lector, de Laura Devetach; Nuevos acercamientos
a los jóvenes y la lectura, de Michèlle Petit; Escritura e invención en
la escuela, de Maite Alvarado; Cara y cruz de la literatura infantil
y La aldea literaria de los niños, de María Delia Díaz Ronner, y por
último la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños
y Adolescentes.
A
comienzos de este año 2015 y gracias al gestionamiento de Mariángeles García
hemos venido sosteniendo un Espacio de Formación, interno a los integrantes del
Equipo, en los cuales nos damos a la tarea de abordar textos que requieren una
lectura mucho más atenta. Tales son los casos de Papel máquina y Dar
(el) tiempo, del Jacques Derrida. En el futuro nos daremos el tiempo para
leer Una infancia en el país de los libros, de Petit, Cómo vivir
juntos, de Roland Barthes y El idioma de los niños, de Luciano
Luterau.
Para
concluir por fin, querría compartir con ustedes unas pequeñas reflexiones luego
de las primeras lecturas de Derrida. En primer lugar, que somos nosotros como
lectores, jóvenes, estudiantes, talleristas, mediadores, futuros docentes,
amigos en fin, quienes les damos sentido a las cosas. “Ustedes conceden,
prestan o confieren cierta atención y cierto sentido a lo que hago al dar una
conferencia”, comenta Derrida a comienzos de su libro Dar (el) tiempo. Y
en segundo lugar, que según este filósofo sólo la literatura tendría el don de
explicarlo todo. En ese camino estamos, dándonos tiempo y amabilidad, lecturas
y poesías; dándonos la chance de leer el mundo desde una alcantarilla, de mirar
una rosa hasta que se nos pulvericen los ojos.
Lautaro Maidana
Biblioteca Esos otros mundos
Este trabajo fue leído en el panel "Barriletes en la comunidad. Aprendizajes y desafíos" en el marco de la Semana de las prácticas pedagógicas organizadas por el Instituto de formación superior de Diamante el día 20 de abril de 2015.
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