martes, 23 de junio de 2015

Taller "Monigotes en la arena" (Diario de Taller - 19 de junio)

Yo anduve toda la semana con un árbol, me lo imaginaba como esos que a mi mamá le gustan tanto, los “arboles de la vida” creo, todos hechos de alambre. Pensaba en que el ingreso del Taller al interior del Centro de Salud Arturo Illia, algo que haríamos en este encuentro por primera vez, nos sea cómodo, hospitalario. Valga la redundancia, como la sombra de un árbol en pleno veranito entrerriano…

HOJAS OLOR VERANO
RAMAS PARA TREPAR
Y DEBAJO
A LA SOMBRITA
UN LUGAR PARA JUGAR.

Con Sole y Caro cortamos poemas de la Devetach, que conformaban una antología reunida y publicada por la provincia de Buenos Aires, (Aquí se puede descargar) y los pusimos de manera otoñal, en el centro, justo debajo del arbolito. Por detrás de este círculo, se veía la cartulina que llevaba escrita la actividad del día: “Los poemas se pueden cantar o dibujar”.

Una vez con todo dispuesto, nos fuimos afuera del centro para esperar a los chicos, que ya desde lejos nos miraban atentamente, hasta que al acercarse concretaban las preguntas: ¿dónde están las cosas? ¿no trajeron nada hoy?

Cuando estuvimos todos, comenzamos el viaje hacia nuestro nuevo espacio de Taller por el invierno. Allí nos esperaba un árbol que había perdido sus poemas.

En ronda, alrededor del circulo que habíamos preparado nos acomodamos, cada uno eligiendo un poema para darle a la Sole que ya le salía humo de tanto que cantaba. El ritmo, la rima y algunas palabras como pomporera se nos pasaron por la lengua. Un pomporerá es un bombo con porerá, es la que te pega una chiná. (Definiciónes escuchadas en el taller).

Luana nos hizo desgajar como una mandarina bien dulce uno de los poemas del libro, haciendo su canción. En ese momento estuvimos indómitos, en una frontera, y el tiempo era otro. Luana leía como queriendo no salirse nunca del poema, como queriendo que juguemos todos con ella. Parecía divertirse viendo como esas cabritas locas, las palabras, corrían por su papel y daban vueltas a carnero.

Así fue floreciendo nuestro arbolito de alambres, con los poemas que ilustramos y atamos con hilos a las ramas. Antes de irnos lo dejamos ahí en la entrada. Los chicos se asignaron la tarea de pasar todos los días para ver si no le escapa ninguno.



Estamos construyendo con los chicos un espacio de taller que permite pensar a la musicoterapia y a la mediación de lectura en dialogo. Llevamos un poema, generamos las condiciones para que el encuentro con los chicos pueda suceder y le damos ritmo, lo cantamos, tarareamos, imaginamos que instrumentos quedan bien con qué palabra, como Zaira, que decía que la flauta no quedaba bien con los pomporerá. Y también dialogamos, intentando pensar qué es el trabajo en red institucional, en el acá y allá del taller, con un centro de salud, un punto muy concurrido del barrio, que nos abre la puerta de un espacio ameno para que nos desenvolvamos, para que dejemos un libro-árbol de poemas.

Ahora que ya conté, me voy, con mi caja llena de…



UNA CAJA LLENA DE
CON MI CAJA LLENA DE
Y SILBANDO UNA CANCIÓN
AL ANDAR POR UN CAMINO
SIN QUERER ME ENCONTRÉ CON

Y SACA SACA QUE SACA
DE MI CAJA LLENA DE
NOS FUIMOS POR ESOS MUNDOS
MÁS VERDES QUE NO SE QUÉ.

MI CAJA QUEDÓ VACÍA
COMO MEDIA DEL REVÉS
POR FAVOR PONGANLE COSAS
PARA QUE YO PUEDA SER
LA QUE TENÍA UNA CAJA, UNA CAJA LLENA DE.

BUSCA QUE BUSCA QUE BUSCA
PARA LLENARLA OTRA VEZ
YO ME VOY POR LOS CAMINOS
AHORA LE TOCA A USTED.

Milena Frank

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