"(...) el idioma de los niños se habla según lo que puede aprenderse, lo que puede hacerse y quién lo permite (o lo prohíbe), lo que puede perderse (y ser recuperado). En definitiva, este idioma interroga posibilidades. La curiosidad infantil -su interés en el saber- apunta más a conocer cómo funcionan las cosas que a pensar si están bien o mal".
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